miércoles, 29 de octubre de 2014

Menos tiempo

“Gracias a la vida porque lo he tenido todo”.
Llevo más de una semana con esa frase dando vueltas en mi cabeza y sin poder evitar que las lágrimas amenacen con escaparse. La escribió alguien a quien no conocí y sé que no soy la única en quien produce este efecto.
Es curioso el poder de la palabra. Te permite sentirte cerca de alguien que ni siquiera está entre nosotros y de quien en vida ni oíste hablar. Alguien que, entre tanto miserable como nos rodea te hace reconciliarte con el ser humano y pensar que, entre tanto hedor y tanta mediocridad, hay personas íntegras, generosas, honestas… buenas.
Porque alguien como José Luis Abós, a quien la vida se le escapa prematuramente y que es capaz de cerrar su carta de despedida con un “Gracias a la vida porque lo he tenido todo” te hace replantearte todas tus miserias diarias, el alcance auténtico de tus preocupaciones cotidianas y la profundidad real de lo que te rodea.
¿Qué nos enfada en nuestro día a día? ¿Qué intrascendencias nos impiden disfrutar? ¿Qué nimiedades nos acaban quitando el sueño? Acabamos dando trascendencia a cosas sin importancia y desviamos la mirada de lo que realmente nos hace felices: nuestra familia, nuestros amigos, ese trabajo vocacional tal vez esté mal pagado pero te hacía disfrutar cada día y que tal vez abandonaste por un supuesto éxito social que no te llena…
Qué importante es estar con quien quieres estar, en el lugar en que quieres y haciendo lo que te hace sentir bien. A gusto con tu conciencia. Pero la vida es traicionera y te envuelve en su vorágine de necesidades innecesarias, de supuestos afectos realmente tóxicos y de paripés hipócritas que al final te acaban robando lo único que importa: el tiempo.
El tiempo es la única renta realmente valiosa. Quemamos la vida sin conocer cuál es nuestro crédito y solo cuando se nos pone de frente el saldo restante aprendemos a valorarlo y decidimos con criterio cómo usarlo y con quién. Somos finitos, no eternos.

Sí, José Luis, la vida te lo dio todo. Menos tiempo. Y tú fuiste tan noble que, aun así, supiste agradecerle lo bueno y dejarle adiós con una elegancia y una humildad que nos servirá a todos de ejemplo. Hasta a quienes no te conocimos. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario